domingo, 30 de junio de 2013

Despedida de un paisaje

No le reprocho a la primavera 
que llegue de nuevo. 
No me quejo de que cumpla 
como todos los años 
con sus obligaciones. 

Comprendo que mi tristeza 
no frenará la hierba. 
Si los tallos vacilan 
será sólo por el viento. 

No me causa dolor 
que los sotos de alisos 
recuperen su murmullo. 

Me doy por enterada 
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago 
es tan bella como era. 

No le guardo rencor 
a la vista por la vista 
de una bahía deslumbrante. 

Puedo incluso imaginarme 
que otros, no nosotros, 
estén sentados ahora mismo 
sobre el abedul derribado. 

Respeto su derecho 
a reír, a susurrar 
y a quedarse felices en silencio. 

Supongo incluso 
que los une el amor 
y que él la abraza a ella 
con brazos llenos de vida. 

Algo nuevo, como un trino, 
comienza a gorgotear entre los juncos. 
Sinceramente les deseo 
que lo escuchen. 

No exijo ningún cambio 
de las olas a la orilla, 
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes. 
Nada le pido 
a las aguas junto al bosque, 
a veces esmeralda, 
a veces zafiro, 
a veces negras. 

Una cosa no acepto. 
Volver a ese lugar. 
Renuncio al privilegio de la presencia. 

Te he sobrevivido suficiente 
como para recordar desde lejos.

Por Wislawa Szymborska
 

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